El libro “Oceanopolítica” del almirante Jorge Martínez Busch, ex Comandante en Jefe de la Armada de Chile, dice que este país de América del sur es tricontinental, o sea, comprende América (Chile Continental), Polo Sur (Chile Antártico), Polinesia (Chile Insular), además incluye las islas Juan Fernández y Pascua, aparte del Cabo de Hornos, lo cual conduce a postular el llamado Mare Claustrum basado sobre el poderío castrense.
Sostiene aquél lo siguiente como para reforzar su tesis expansionista, de índole cercadora: “El mar es navegable en todas direcciones y por todas las banderas, de manera que la soberanía existe hasta donde el poder militar es capaz de alcanzar”.
Ante esto, la decisión del Perú. Lo primero, ocupar el nuevo territorio oceánico de facto con todos los recursos potenciales, enseguida aprovechar, usufructuar, explotar, los volúmenes de agua profunda, pues “estando repartidas todas las tierras emergidas del globo terráqueo”, no queda sino posesionarse de las tierras sumergidas que corresponden al país, o sea, no hay necesidad de conquista a la mala, sólo hacerse cargo de los fondos marinos que le pertenecen, en este caso al Perú, a la vez usar, mejorar, los volúmenes de H2O existentes sobre los susodichos, de tal suerte que nuestro país, sin obviar la importancia del Chinchorro ni el sector antártico que le pertenece, amén de los 50,000 km² de mar según el fallo de la CIJ de La Haya, postule su configuración de nación litoral-andino-amazónica-continental de pleno derecho.
Si aquel discípulo de Pinochet Ugarte (éste a su vez de Portales Palazuelos), gestor de la Oceanopolítica, sustenta para Chile el Mar Claustrum, vale decir, Mar Cerrado, definiendo como fronteras naturales submarinas desde la plataforma continental la Fosa Dorsal de Chile (al oeste) y la Falla de Nazca (hacia el norte), el Perú puede postular también la teoría del territorio político, que comprende el mar patrimonial, el espacio posesionado, así como la vuelta a su seno, conforme al registro de la historia, el propio Chile, territorio del imperio tahuantinsuyano, inclusive de la entonces gobernación de Pizarro G., sin excluirse a la Araucania, que estuvo en el objetivo inca y del conquistador español, actualmente en camino de hacerse una república autónoma, decisión que alentamos, aparte de Chiloé, alguna vez pertenencia del Perú (patria del mariscal cusqueño Gamarra Messia que llegó a pisar Santiago al frente de sus tropas antes de caer asesinado en Ingavi.
Así se enfrenta la visión realista, concreta, la peruana, contra la visión idealista, mentalista, la chilena.
Entonces la pretensión exagerada, compulsiva, de la gente de Cerro Pizarro, allá en Valparaíso; de La Moneda, de sus “halcones” de la bravuconada, de su oligarquía fámula de transnacionales, la basa solamente a partir del poderío cuantitativo militar, considerando que la otra parte no tiene nada para la defensa de lo suyo, ni siquiera el “vampiro” que dispara cohetes antitanques con alcance de 500 metros. De acuerdo a ese pensar cesarista piensa repetir el 79, equivocada lógica de un posicionamiento más instintival que racional, al que casi lo barre el general Velasco de no haber aparecido los traidores que salvaron a la república de la estrella solitaria.
El Perú debe considerarse geopolíticamente País Núcleo Continental-Cósmico. Es un pueblo de simiente con cimiento, el otrora Imperio de América del Sur, i.e., el Cóndor de Nativoamérica.
Callao, 9 de Marzo de 2014
LA JUNTA DIRECTIVA
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