En 1996, Hernán Garrido-Lecca publicó el cuento PIRATAS EN EL CALLAO, basado en el ataque del pirata holandés Jacques L'Hermite al Callao en 1624. En el 2002 fue llevado al teatro por Littman Pipo Gallo. Y para el 2005, Eduardo Schuldt lo llevó a la pantalla grande como un largometraje animado en 3-D.
Es bueno saber que hay una realidad histórica detrás de todo, tan emocionante como la película o el libro. El ataque e invasión narradas en PIRATAS EN EL CALLAO realmente sucedió, pero en forma más interesante como la que vimos en los cines o el cuento.
En 1623, debido a la guerra que había entre españoles y neerlandeses, el príncipe Mauricio de Nassau encargó al almirante Jacob Clerk, más conocido como Jacques L’Hermite, ir a Sudamérica para capturar naves españolas que partieran cargadas de oro y plata rumbo a la Península, así como establecer una colonia holandesa en Perú o Chile.
Tras un año de travesía, la flota holandesa llega ante el puerto del Callao, hallando que el previsor virrey Diego Fernández de Córdova, Marqués de Guadalcázar, lo había fortificado y preparado. Al ser rechazadas con éxito L’Hermite marchó a aguas de Chincha y Pisco.
Los piratas escaparon de la Armada Real que les perseguía y volvieron al Callao, con el vengativo plan de volar el puerto, lanzándole un navío repleto de pólvora. Pero las defensas portuarias provocaron con sus disparos el incendio de dicha nave y que ésta, a la deriva, chocara en Bocanegra, estallando en mil pedazos. L’Hermite volvió a zarpar, y se contentó con saquear las ciudades de Pisco, Guayaquil y Puerto Viejo, pero sin lograr establecer una colonia.
De regreso, los piratas lanzaron un desembarco masivo en Pisco y Chincha, pero fueron diezmados por el ejército español. Y a los pocos días de esa derrota, Jacques L’Hermite muere: los historiadores opinan que debió caer víctima de alguna enfermedad tropical. Tras ser enterrado en la isla de San Lorenzo, su vicealmirante Gheen Huygen Schapenham tomó el mando y continuó el bloqueo del Callao solo tres meses más.
Como queda demostrado, la realidad suele sobrepasar a la imaginación.
Eduardo Guzmán Novoa
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